viernes, 16 de octubre de 2015

La niña de Rajoy… (reflexión humorística).


¡Caray!, ayer me llevé una tremenda impresión. Con esta televisión no gana uno para sustos. Vi un video donde “la niña de Rajoy”, la que nos presentó en las elecciones de hace unos años (por cierto bastante crecidita), entraba en un hospital muy malita, casi a punto de fallecer. Al parecer eso ocurrió hace casi cuatro años. El problema es que, después de tanto tiempo ingresada, parece que ahora es cuando empieza a ponerse algo mejor, cuando se estabilizan sus constantes, aunque sus órganos vitales, que son los que mantienen la vida, los que realmente trabajan por el sostén del sistema, como el hígado o fábrica que realiza la transformación energética, la labor excretora de los riñones, el aporte de oxígeno de los pulmones, la elaboración de alimentos del aparato digestivo, las manos, pies, músculos y huesos, el corazón que bombea y reparte ecuánimemente la sangre que lleva los alimentos a todos los órganos y tejidos del cuerpo, todos ellos, andan aún afectados severamente, funcionando a bajo nivel de efectividad y, en algunos casos, como las partes marginales del cuerpo, en la más absoluta pobreza funcional, tanto que corren el riesgo de necrosis tisular, o sea, de morir por falta de alimento.

No tengo muy claro si la enfermedad que padecía era una infección o un accidente de tráfico. Según algunas malas lenguas, la atropelló un coche de alta gama que conducía la banca y el capital. Ello puede ser verdad, pues es habitual en nuestro país que los grandes representantes del poder extranjero, en connivencia con estos de aquí, vengar de turismo con cierta frecuencia y abusen, al amparo de su pasta, de su dinero, obteniendo privilegios a los que no tiene acceso el ciudadano de a pie.

Algunos cuentan que el problema de que la niña no haya superado aún su patología es que el hospital donde la ingresaron dio preferencia a la cura de las lesiones que la banca y el capital sufrieron en el accidente, que, por supuesto y dado que el vehículo era de alta gama, no fueron letales aunque sí de importancia, a pesar de ser los causantes del percance. Si bien les sometieron a un interrogatorio, como es de rigor, para que no se diga que tienen trato preferente, solo fue durante un Rato, no llegaron a pedir responsabilidades de sus actos a tan significativos personajes. Eso sí, el pago de la factura de la sanación de los agresores (banca y capital) se lo van a pasar a los vecinos de la niña, que no a su padre, que bastante sufrimiento tuvo al enterarse del percance cuando estaba cenando en el Bar Cenas invitado por el dueño.

A esto hay que sumar el proceso de deterioro que sufrió la asistencia sanitaria, pues en esa etapa, el cuadro médico y administrativo del centro hospitalario recortó presupuestos, por lo que hubo de bajar la contratación de personal cualificado, aparecieron falta de recurso materiales, farmacológicos, dietéticos o nutricionales, y aparataje para afrontar el reto de la cura de la niña, por lo que la calidad de la asistencia sufrió un considerable deterioro, lo que justificaría la ineficacia del tratamiento y el que a estas alturas el caso no esté resuelto y la niña siga ingresada sin muchas esperanzas de volver a la situación previa al ingreso.

El caso es que, después de tanto tiempo, la niña sigue casi igual, salvo el cerebro, que con el tratamiento ha mejorado muchísimo, dado que es donde se encuentran los órganos de poder, mientras el resto del cuerpo quedaba tremendamente afectado al no llegar el flujo de sangre necesario para su correcta sanación. Ahora, la niña tiene un cuerpo debilucho, con continuos dolores y molestias, con sus órganos al borde del fracaso y con la motilidad limitada, aunque a nivel cerebral se encuentra lúcida, orientada hacia dónde debe estar y, aunque ha perdido algo de memoria, es solo selectiva, o sea, se acuerda de lo que debe acordarse y olvidó lo que debe olvidar referido a su entorno inmediato: los malos Ratos, los abusos y las juergas en el Bar Cenas con amigos de dudosa catadura y los malos hechos de su pasado inconfesable. Con el tratamiento parece como si le hubieran destruido a martillazos de fármacos y más fármacos el disco duro de su memoria, o al menos las partes más comprometidas para su felicidad y equilibrio mental… o sea, un lavado de mente para evitar la disonancia cognitiva. Eso está bien, pues la conciencia es mala consejera para obtener la felicidad completa.

No obstante, dado que se avecina un partido interesante y quiere el padre que la niña vea como gana el equipo de su papá y que ella le apoye con sus gritos de “¡PAPÁ, PAPÁ!”, le ha animado a salir a la calle, a pedir el alta voluntaria, para acudir al evento, donde la selección española de fútbol se enfrentará al rival, dejando a España, si ganan, en un buen estado de ánimo, dándole el prestigio internacional que conlleva tal hazaña. Para ello, los amigos de papá, que forman el cuadro médico que le atiende, le han hecho una rehabilitación de emergencia y, como anécdota curiosa, pero significativa para acudir al partido, le han pintado en la cara una bandera española…

El resto de la familia anda muy preocupada, pues no ven claro que la niña esté en condiciones de tomar el alta y acudir a ese acto, por lo que temen la recaída que la llevaría a una situación peor de la inicial. El asunto está en que andan pensando en una segunda opinión médica y en la posibilidad de cambiar el equipo asistencial. Se han presentado varios grupos de expertos médicos y hospitales de reconocido prestigio, pero la duda está en cuál es el más adecuado para sanar a la niña y que tratamiento sería el idóneo para que esa sanación fuera integral y no afectara solo a parte del organismo.


¡¡¡Ahora toca discurrir a quién elegimos para que cure a la niña!!!

La cosa no ha cambiado mucho, salvo que tenemos casi 400.000 parados menos, pero con más de medio millón de parados de larga duración más que antes, el fondo reserva de la Seguridad Social se ha rebajado en 25.000 millones de euros y la deuda pública ha crecido en 300.000 millones de euros, o lo que es lo mismo ha pasado de un 69,2% del PIB a un 99,5%. El resto está más o menos igual, con la salud muy deteriorada.

4 comentarios:

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

Genial, Antonio... Buen finde

Antonio dijo...

Gracias, Mª Ángeles. Un abrazo

Prudencio dijo...

Hola Antonio. Muy logrado la similitud del enfermo terminal con la situación española desde hace años.
Recuerdo que en un artículo tuyo de hace tiempo deseabas que salieran políticos honrados a la escena política. Creo que ya está sucediendo. Aunque habrá que verlos en activo.
Un abrazo.

Antonio dijo...

El problema con los políticos, amigo Prudencio, es que cuando salen,dado que no tienen demostrada su honradez, sino más bien es dudosa en la mayoría de los casos, se acaba diciendo que el valor, en este caso la honradez, se le supone y luego pasa lo que pasa.
Arremetió Aznar contra la corrupción del PSOE, cuando ya, en su propio partido había serias dudas sobre su financiación con el caso Naseiro, y la gente se lo creyó. Ahora estamos viendo el mayor expolio de la cosa pública en manos de los liberales, tanto del PP como de CIU, sin olvidar a los otros que gobiernan.
Ojalá surja esa clase política nueva cargada de honradez, pero eso no se dará hasta que la propia ciudadanía lo sea y exija a ellos que también lo sean. En todo caso es un problema de educación ciudadana, pero la iglesia prefierre seguir educando en las conductas clásicas, adoctrinando y acusando a los demás de adoctrinar.
Un abrazo

Me embarga el estupor ante los hechos

  Opinión | TRIBUNA Antonio Porras Cabrera Profesor jubilado de la UMA Publicado en La Opinión de Málaga el 10 FEB 2024 7:00  ======...